This paper was presented at the Global Investigative Journalism Conference in October 2013 in Rio De Janeiro.
Journalism and Social Appropriation of Knowledge
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By Martha Romero Moreno
Abstract (translated)
In Latin America, the 1997 UNESCO directives and the laws that protect the provision of higher education consider, besides the teaching, extracurricular activities and research as a central part of its mission. The research should foster the search and generation of knowledge of the universities.
Consequently, social communication and journalism programs, in pursuit of increasingly competent and comprehensive students who aim for long term journalism and not just breaking news, urgently need to depend less on curricular program training and rather pursue an investigative culture that contributes to the professional skills of their graduates.
The curriculum renewal processes of the Faculties of Social and Human Sciences in Latin America, ahead of the much touted but real globalization, have shown the need to train more than journalists-communicators; (what is needed are) real social researchers and professionals that make use of scientific techniques, the methods and methodologies that support their profession and which enable them to discover the world, generate knowledge (not just information), and make them true mediators of the social appropriation of knowledge.
This paper aims to show, through a hermeneutic methodology, that we should “awake the investigative spirit” of journalist trainees, by teaching them skills for using social research techniques that allow them to adapt and adopt steady work rhythm, the use of databases, to learn look at each other with respect, to use ICTs as a means to another end, to learn to systematize data clearly without losing its objective value, to discover their rights and duties and to find new ways of approaching the truth.
El Periodismo y la Apropiacion Social del Conocimiento
Martha Romero Moreno
RESUMEN
En Latinoamérica, a partir los lineamientos de la UNESCO de 1997 y de leyes que amparan la prestación del servicio de educación superior se contemplan, además de la docencia, a la extensión y la investigación como ejes misionales, endilgándole a esta última la necesidad de propiciar la búsqueda y generación de conocimiento desde los claustros universitarios.
En consecuencia, programas de comunicación social-periodismo y afines, en procura de estudiantes cada vez más competentes e integrales con enfoque de periodismo de largo aliento y no sólo del día a día, requieren con urgencia depender menos de las sinergias curriculares de los programas de formación y procurar una cultura investigativa que redunde en el perfil profesional y ocupacional de los egresados y en sus competencias laborales.
Los procesos de renovación curricular en los que están inmersos las Facultades de Ciencias Sociales y Humanas en Latinoamérica, de cara a la llevada y traída, pero real globalización, han mostrado la necesidad de formar más que comunicadores-periodistas; verdaderos investigadores sociales, profesionales que hagan uso de técnicas, métodos y metodologías propias de la ciencia que soporta su profesión y que les permitan descubrir el mundo, generar saber y no sólo información, y que los lleve a ser mediadores de una verdadera apropiación social del conocimiento.
Esta texto pretende mostrar, a través de una metodología hermenéutica, que al periodista en formación debe despertársele el espíritu investigativo y el adiestramiento por el uso de técnicas de investigación social que le permitan adaptar y adoptar un ritmo de trabajo, el uso de bases de datos, el aprender a mirar al otro con respeto, el utilizar las TIC como medios para otros fines, el aprender a sistematizar datos de manera clara sin perder su valor objetivo y a descubrir en sus derechos y deberes, caminos para acercarse a la verdad
Palabras claves: Periodismo científico, apropiación social del conocimiento, empoderamiento, espíritu investigativo, formación de periodistas.
EL PERIODISMO Y LA APROPIACION SOCIAL DEL CONOCIMIENTO
Desde hace algún tiempo y cada vez con más frecuencia, se oye, se lee y se promociona el siglo XXI como el momento de la sociedad del conocimiento y parecen lejanos los oscuros tiempos en que éste era guardado y disfrutado sólo por órdenes sacerdotales y élites. Hoy en día, los académicos, los políticos, las agencias internacionales hablan de la sociedad del conocimiento como una realidad cercana, tangible, propia; tanto que en los planes de desarrollo de la mayoría de los países se cuenta como una de las premisas sobre las que se sustentan las políticas públicas y como uno de los requisitos para que las naciones avancen.
Así las cosas, se debe entonces buscar la manera de lograr que el conocimiento sea parte del capital social de la gente para que estos sean conscientes que con él su vida puede ser mejor y las naciones serán más capaces de entrar en la competencia por producir ciencia, tecnología e innovación y no sólo ser usuarios de ella, pues el rezagarse en esa carrera, según un informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, los hará incapaces de participar en la competencia tecnológica internacional constituyéndose en “focos de miseria, desesperanza o violencia imposibles de superar mediante la asistencia y la acción humanitaria (Delors, 1996).
Como consecuencia de ello, se demanda entonces una mayor movilidad, difusión y democratización de información especializada, la cual debe ser cada vez más lejana a las retóricas intrincadas de los expertos y más cercana al lenguaje de la población en general; esos seres comunes que deben ver el conocimiento como un elemento cotidiano que aporta a sus vidas.
Frente a esta situación, acojo las palabras de Pier Bordieu (1977) quien en un texto relacionado con la televisión, se refiere al espacio de la difusión del conocimiento como una legitimación necesaria del campo científico del cual indica, tiene un «derecho de entrada» relacionado con el acceso al círculo selecto de esta élite, que a su vez tiene un correspondiente «deber de salida» por el cual se requiere que el investigador, actuando con ética, busque la manera de comunicar los resultados obtenidos. Frente a esto Bordieu hace una crítica para evitar que el experto pueda terminar con una excesiva verborrea de términos técnicos incomprensibles, resultado de su obnubilación ante la espectacularización que hacen de la ciencia algunos medios de comunicación. Pero, cómo salvarse de este escollo? La solución sería lograr el manejo del discurso por parte de un tipo de periodista dedicado a la comunicación de la ciencia que permita la “reformulación verbal de los saberes en contextos muy diferentes a los de la producción científica”. (Salvador 2002 p.112)
Esa afirmación trae consigo otros interrogantes: Cómo lograr que las investigaciones tengan un impacto en los medios de comunicación? Cuál es el papel de las facultades de periodismo en el proceso de sensibilización del periodista en formación hacia la cobertura de esta fuente? Es el periodista un investigador que puede aportar a la generación del conocimiento? Cómo lograr que la difusión de la ciencia sea parte de una verdadera estrategia de apropiación social conocimiento?
Tocar la relación entre periodismo y la apropiación social del conocimiento alude a modelos de trabajo más incluyentes que la participación simplista de la gente o de Estudios de Comunicación sesgados por análisis funcionalistas o de efectos directos que, citando a Mattelart (2006) contraponen la garantía de control social por parte de una élite de elegidos frente al menosprecio de las capacidades de comprensión del público.
Para explicarlo más, asumo una revisión del estado del arte de esta temática desarrollada en Colombia por Jorge Bonilla en (2011), la cual hizo un balance de los Estudios de Recepción y Audiencias en los últimos cincuenta años, determinando en sus hallazgos, el uso de modelos de comunicación propios del Funcionalismo como el de los Dos Pasos. Lo anterior indica que estos estudios pueden dar pautas y herramientas para abordar temas de percepción pública de la ciencia y la tecnología y de participación ciudadana, no obstante, y sin menospreciar las posibilidades de estos enfoques, la mirada ideal entre la comunicación y la cultura sería la de Martín-Barbero (1997), al definir las mediaciones con las cuales se reivindica tanto el poder del medio como el de la gente.
Se debe entender entonces la comunicación de la ciencia como mediación, lo cual implica ir más allá de un trabajo de divulgación, para llegar a una transferencia, a un acercamiento al conocimiento hasta hacerlo más fácil de leer, escuchar u observar, dejando al público, audiencia, lector o receptor, como partícipe del proceso desde su condición de ciudadano informado y crítico, como sujeto empoderado; lo que le permitirá tomar más y mejores decisiones.
Pero esta apuesta, esta vertiente de la comunicación, debe ser una acción que se inicie en las aulas con el adiestramiento de los estudiantes de periodismo en técnicas de investigación social que le permitan un ritmo de trabajo participativo para mirar al otro con respeto, para desarrollar habilidad en el uso de bases de datos especializadas, para aprender a sistematizar datos de manera clara sin perder su valor objetivo con lo que después podrá moverse entre los científicos en sus propios lenguajes podrá descubrir en sus derechos y deberes el mejor camino para acercarse a la verdad.
Si se privilegia en el periodista este espíritu de investigación y de mirar a la ciencia desde su formación, al egresar hará una verdadera apropiación social del conocimiento y con ello aportará definitivamente a la ciudadanía. Al respecto, Pineda (1999) dice que hay por lo menos tres enfoques principales de ciudadanía respecto al papel que juegan las personas y los grupos humanos frente al poder y al Estado y los proyectos de desarrollo que este impulsa, entre los que está el conocimiento: 1). El del súbdito/beneficiario, 2). El de la participación ciudadana y 3). El del empoderamiento, al darle a la gente la información adecuada.
Este tercer enfoque, es el que incluye la participación cívica, pero además comprende los elementos de educación, organización y de desarrollo político de la población, orientados principalmente a todos los sectores de la población, en especial los más vulnerados e “incorpora la idea que el cambio social, incluido el de los grupos marginados, no puede ser planeado, dirigido y producido a voluntad desde arriba, de manera racional y desvalorizada. El elemento educacional y organizacional de este enfoque busca resolver el problema del desarrollo que se enfrenta en las situaciones de pobreza o las sociedades con grandes contrastes en la distribución del ingreso” (Pineda, 1999, p.1), de ahí la importancia de divulgar, de saber, de apropiarse del conocimiento, de actuar.
Así las cosas, el empoderamiento a partir del trabajo del periodista como mediador daría otro nexo entre la ciencia y la gente, especialmente si acogemos una de las concepciones más tradicionales, en las que se ve el conocimiento como producto de la acción científica dada por la investigación la cual debe permear todas las acciones sociales, toda vez que la función de la ciencia es establecer leyes generales y avanzar en el conocimiento para responder los interrogantes de la sociedad y permitirle al ser humano una mejor comprensión del mundo. Por ello, el papel que la difusión tiene en la Apropiación Social del Conocimiento, y en ella la importancia que reviste el rol del periodista para mejorar la percepción de estos temas entre las comunidades, las unidades productivas, los tomadores de decisión, los líderes de opinión y la sociedad en general, es definitiva.
A través del papel de mediación del periodista en la comunicación de la ciencia y en la participación de la ciudadanía, se debe lograr que la Apropiación Social del Conocimiento sea entendida como un proceso de comprensión e intervención de las relaciones entre tecnociencia y sociedad, construido a partir de la participación activa de los diversos grupos sociales que generan conocimiento (COLCIENCIAS 2010).
Relacionado con el rol del periodista, la apropiación social del conocimiento se dirige a la búsqueda por transformar el tradicional imaginario de la ciencia como algo extranjero, ajeno e inalcanzable y mostrarla como una actividad humana en estrecha relación con nuestro medio, con nuestros problemas y nuestra capacidad para resolverlos, cercana a la gente y a su acontecer diario con temas de interés como la salud, el deporte, el entretenimiento, la alimentación o la política misma. Gracias a los medios de comunicación, a la gente le llegan los resultados finales de los procesos de investigación en ciencia, tecnología e innovación, pero se desconoce que la ciencia es un producto social y que como tal se constituye en una reflexión crítica desde la perspectiva socio-humanística sobre la ciencia misma y la tecnología (Casaux, 2013). Por ello, el conocimiento, como producto de la ciencia y de la investigación, se deben comprende en la dimensión social, tanto desde el punto de vista de sus antecedentes, como de sus consecuencias sociales y ambientales; es decir, tanto por lo que atañe a los factores de naturaleza social, política o económica que regulan el cambio científico-tecnológico, como por lo que concierne a las repercusiones éticas ambientales o culturales de ese cambio.
No obstante a todo lo anterior, la realidad es otra, existe una falta de relación entre el periodista y la Apropiación Social del Conocimiento. Por qué sucede esto?
Para atener una aproximación a esta respuesta, debemos empezar por mirar los programas de formación de periodistas y dentro de ella, la formación hacia la ciencia, el conocimiento y la investigación. Para ello indico que en Latinoamérica, a partir los lineamientos de la UNESCO de 1998 y de leyes que amparan la prestación del servicio de educación superior se contemplan, además de la docencia, a la extensión y la investigación como ejes misionales, endilgándole a esta última la necesidad de propiciar la búsqueda y generación de conocimiento desde los claustros universitarios, donde son cada vez más los dedicados a la gestión de conocimiento.
Revisadas algunas de las escuelas/facultades de periodismo de Latinoamérica y otras tantas de España para hacer el contraste, se encontró una variedad de líneas y grupos de investigación que jalonan la investigación científica, pero al mirar los currículos, hay una debilidad por la formación hacia la investigación, dejando esta importante acción a algunos cursos de metodología de la investigación o a los semilleros de los grupos de investigación, por lo que la actitud científica, el espíritu investigativo se desarrolla más como una competencia de emprendimiento personal que como una competencia profesional hacia la apropiación social del conocimiento. Además, no se incluyen asignaturas relacionadas con ciencias más allá de las sociales, lo que podría aportar a su bagaje cognitivo.
Pero entonces, quién produce conocimiento en las universidades? La respuesta es: Los académicos, los docentes asignados para esta tarea, dejando un bache entre los estudiantes y la ciencia. Adicionado a esto, gran parte de la preocupación de los académicos, de los investigadores, de los científicos, se centra en elevar sus indicadores de productividad con publicaciones en revistas indexadas con altos estándares de calidad las cuales tienen un público especializado, limitado y casi élite que los lee, los entiende y en el mejor de los casos los cita, convirtiéndose este proceso en otro de los eslabones de la larga cadena de la promoción de la innovación, la ciencia y la tecnología desde la llamada “torre de marfil”.
Esto no es reprochable, pero tampoco es suficiente, pues para el resto de la población, la gran mayoría de mortales que vivimos y deambulamos en este mundo, las revistas indexadas científicas no son una fuente cotidiana de información. La radio, la prensa, la televisión y las redes sociales son las que brindan la información actualizada, previa selección/aprobación/censura de editores conocedores de las necesidades de la ciudadanía, y ahí está nuevamente la acción vinculante del periodismo con la Apropiación Social del Conocimiento, un componente que va más allá de la aplicación de leyes de ciencia y tecnología que han sido caballo de batalla de las políticas gubernamentales de la mayoría de países latinoamericanos en la última década y que promulga, como en el caso de Colombia, pero que es similar en México, Chile o Brasil, por incorporar la innovación y el conocimiento en las actividades productivas nuevas y existentes y lograr con ello la convergencia regional, el aumento de la productividad y la competitividad, la consolidación de la paz, la disminución de la pobreza y la inequidad social.
Otra razón que se puede esgrimir para la poca apertura que se tiene de una adecuada comunicación de la ciencia desde el periodismo, se presenta en la oferta postgradual en esta área y que las pocas entidades que lo ofrecen implican presencialidad y modelos educativos poco flexibles que no se homologan a las jornadas de trabajo del periodista que no tiene horarios ni tiempos específicos.
Una razón más de de la falta de comunión entre la apropiación social del conocimiento y el periodismo lo da la Agencia Universitaria de Periodismo Científico AUPEC al indicar que “cuando el periodista llega a un medio de comunicación y lo asignan para el cubrimiento de las noticias científicas, muy pronto es relevado de esta labor antes que alcance a adquirir una experticia en este campo”, además afirman que es “poca la importancia que le dan los medios de comunicación locales a los desarrollos científicos logrados por los investigadores de la propia región, en razón a que tales desarrollos usualmente no tienen la relevancia de aquellos que llegan de países con mejores condiciones económicas”, dejando sesgada la información que se recibe.
Qué hacer entonces? Una posible solución entonces a toda esta situación podría empezar por lograr que los programas académicos de comunicación, periodismo y afines quienes deberán procurar la formación de estudiantes cada vez más competentes e integrales con enfoque de periodismo de largo aliento y no sólo del día a día. Se requieren con urgencia depender menos de las sinergias curriculares de los programas de formación y procurar una cultura investigativa que redunde en el perfil profesional y ocupacional de los egresados y en sus competencias laborales. Por ello, los procesos de renovación curricular en los que están inmersos las Facultades de Ciencias Sociales y Humanas en Latinoamérica, de cara a la llevada y traída, pero real globalización, han mostrado la necesidad de formar más que comunicadores-periodistas; verdaderos investigadores sociales, profesionales que hagan uso de técnicas, métodos y metodologías propias de la ciencia que soporta su profesión y que les permitan descubrir el mundo, generar saber y no sólo información, y que los lleve a ser mediadores de una verdadera apropiación social del conocimiento.
Otra opción sería motivar desde los inicios académicos hacia el activismo con la promoción de los medios independientes y el emprendimiento mediático de la comunicación de la ciencia, hasta convertirse en una agencia de noticias especializada en ciencia. Abajo se muestran algunas de ellas en español.
Una tarea más es incentivar narrativas de los géneros tradicionales hacia una comprensión mayor del conocimiento. En palabras de Hernando Calvo (1984) periodista científico de gran trayectoria, los científicos necesitan una mayor agilidad y amenidad al exponer su pensamiento, y los periodistas hemos de adquirir el rigor en la expresión y el respeto por la función sagrada del conocimiento, que es propia del hombre de ciencia. Así tendremos entonces a posibilidad de hacer una nota sobre calentamiento global acompaños por un ecologista, o tendríamos otra mirada a la situación sindical de la minería si la reforzáramos con indicadores de exploraciones, contaminación, afectaciones en el ser humano etc, o tal vez enterarnos cómo es que realmente funcionan los medicamentos genéricos, o cuál es la relación del licenciamiento de las semillas con los tratados de libre comercio.
Cierro esta reflexión frente al papel de las escuelas de periodismo, los periodistas en función, los medios de comunicación y los científicos recordando una de las máximas del decálogo escrito por Hernando Clavo aludiendo a la labor de periodista científico mencionando que ante todo, éste tendrá “conciencia de su altísima misión: poner al alcance de la mayoría el patrimonio científico de la minoría. Defenderá en sus escritos, sus palabras o sus imágenes el derecho de todo ser humano a participar en la sabiduría y a integrarse en la cultura y en la civilización, que les mantendrá unidos en un saber común”.
Note on the Author
Martha Romero is a full-time faculty of social sciences and humanities, Autonomous University of the Caribbean Barranquilla-Altantico.
Referencias Bibliográficas
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……………(1990) Decálogo del periodismo científico
http://www.manuelcalvohernando.es/articulo.php?id=15
Casaux, D. (2013). La comunicación pública de la ciencia y la tecnología en la sociedad del conocimiento. Razón y palabra No. 65
http://www.razonypalabra.org.mx/N/n65/actual/dcasaux.html
COLCIENCIAS (2010). Estrategia nacional de apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación. Bogotá.
Delors, Jacques et al (1996) La Educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. Santillana Editores.
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Mattelart, Armand. (2006) Diversidad cultural y mundialización. Paidós. Barcelona.
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UNESCO. (1998) Declaración mundial sobre la educación superior en el siglo XXI: Visión y acción.
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